domingo, 27 de septiembre de 2015

       ADELA

 Adela ronda los 60, siempre altiva y separada del resto en la sala de espera.

 Vive con un montón de recuerdos en una casona difícil de mantener en pie.

 Adela fue educada para ser una niña  bien y para casarse con un buen partido.Pero el príncipe azúl nunca llegó, y si llegó no era del tono de azúl que Adela quería.

 Había un muchacho... guapo y tímido que le sonrió varias veces. Pero solo era el hijo de la cocinera.

 Adela queda huérfana y tiene que vender las propiedades, el dinero se acaba , no está preparada para trabajar, solo sabe bordar y tocar el piano, así que con el tiempo tiene que hacer arreglos de costura para una boutique.

 Hoy viene como siempre a contarme sus dolencias, su depresión, y sus recuerdos. Su cara está desencajada y seria, acaba de venir del endocrinólogo.

 - ¿Que te dijo el especialista?

 -No se, que tengo algo de tiroides...

 -Déjame el informe, no es nada grave, con un tratamiento y unos controles todo va a ir bien.

 -¿Sabe doctora? el especialista que me atendió resultó ser el hijo de mi antígüa cocinera...

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