ADELA
Adela ronda los 60, siempre altiva y separada del resto en la sala de espera.
Vive con un montón de recuerdos en una casona difícil de mantener en pie.
Adela fue educada para ser una niña bien y para casarse con un buen partido.Pero el príncipe azúl nunca llegó, y si llegó no era del tono de azúl que Adela quería.
Había un muchacho... guapo y tímido que le sonrió varias veces. Pero solo era el hijo de la cocinera.
Adela queda huérfana y tiene que vender las propiedades, el dinero se acaba , no está preparada para trabajar, solo sabe bordar y tocar el piano, así que con el tiempo tiene que hacer arreglos de costura para una boutique.
Hoy viene como siempre a contarme sus dolencias, su depresión, y sus recuerdos. Su cara está desencajada y seria, acaba de venir del endocrinólogo.
- ¿Que te dijo el especialista?
-No se, que tengo algo de tiroides...
-Déjame el informe, no es nada grave, con un tratamiento y unos controles todo va a ir bien.
-¿Sabe doctora? el especialista que me atendió resultó ser el hijo de mi antígüa cocinera...
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