domingo, 19 de julio de 2015

LA VIDA

      Eran niños y la fiesta del pueblo.
     
     "Robaron" una rueda de fuegos artificiales y se fueron al barranco a quemarla, y la quemaron, y la pólvora se llevó una mano y un ojo de Domingo.

      Dominguito quedó manco y tuerto con 14 años, y después de muchos meses de hospitalización y transfusiones salió a la vida y luchó.

     Una mano amiga le buscó trabajo de celador en un organísmo oficial hasta que quedó sin visión del otro ojo y con una hepatitis C,  fruto de las transfusiones sanguíneas de aquellos años.

     Pero siguió luchando, siempre con su eterna sonrisa.

    Su hermana quedó viuda y él adoptó a sus sobrinos y los trató como si fueran sus propios hijos.

   A Domingo le llegó la hora de dejar esta vida, tan difícil para él, pero allí,  a su lado,  estaba su familia y todos los amigos que le querían, que eran muchos, porque Dominguito  se dejaba querer.

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